martes, 29 de marzo de 2011

ÁPEIRON HIGHLIGHTS 4 (procedente del número 1)

ENTREVISTA CON VICENTE SANFÉLIX[1]

Vicente Sanfélix Vidarte, quien posiblemente no necesite presentación, es catedrático de Metafísica y Teoría del Conocimiento en la Universidad de Valencia además de profesor titular de la misma. Sus numerosas publicaciones y su reconocido curriculum convierten en absurdo cualquier intento de enumeración de sus diferentes trabajos. Conviene destacar, no obstante, tanto su conocimiento profundo de Hume, Wittgenstein y Aristóteles (por sólo citar unos pocos) como su ingeniosa (y yo diría que acertada) exégesis de los mismos. Así mismo, su labor docente merece ser subrayada, al menos, en cuanto que sus clases gozan siempre de un clima adecuado para la formación íntegra del estudiante.

-Sabes que nuestra revista se llama Apeiron. Aunque en un principio la persona a la que se le ocurrió pensó en la acepción de lo infinito, lo ilimitado, que tiene su conexión con el arché de Anaximandro, yo me identifico e identifico más la revista con aquélla que se refiere al inexperto, el ignorante, pues, dado que es una revista para que escriban los estudiantes, éstos se caracterizan por su falta de experiencia y creo que siempre está bien recordarlo. ¿Cuál es, pues, tu opinión sobre la ignorancia?

- Yo distinguiría dos tipos de ignorancia: la ignorancia simple y la ignorancia docta. La ignorancia simple debiera solucionarla el estudio pero existe una ignorancia docta que debe ser justamente su resultado… Luego no creo en la ignorancia sino en su transmutación.

- Entiendo que la transmutación afecta a la simple pero ¿qué ocurre con la docta?

- La docta también está constantemente transmutándose, pues justamente no sólo se trata de hacerte cada vez más consciente de su inmensa dimensión sino de comprender cada vez mejor sus causas.

- Existe una tercera acepción de apeiron que señala lo que no se puede quitar, lo imprescindible. ¿Consideras que la relación profesor-alumno es imprescindible para el estudio de la filosofía?

- Ha habido un cambio en la historia; al menos en ciertos periodos de la filosofía antigua se consideraba necesario un maestro, pero creo que con la aparición de la imprenta y la democratización del libro está la tentación anti-platónica de creer que se puede aprender por uno mismo. Yo creo que los buenos profesores ayudan mucho.

- ¿Cuál sería tu concepción de la filosofía?

- ¡Casi nada! La filosofía es una reflexión sobre los rasgos más generales de la realidad y nuestra experiencia de ella. Evidentemente, esta reflexión, con los siglos, ha generado una tradición y un corpus filosófico que es lo que se enseña bajo el rótulo de filosofía.

- ¿Y qué utilidad le encuentras?

- En primer lugar, familiarizarse con ese corpus es condición sine qua non de la formación educativa de alguien que quiera ser culto en occidente. Hay que saber filosofía como hay que saber literatura, arte o la ciencia de nuestra tradición. Dicho eso, creo que la utilidad de la filosofía, si pensamos en los grandes filósofos, ha sido muy notable; sería impensable nuestra cultura sin su aportación porque han ayudado a cuestionar la concepción de la realidad que heredaron y a transformarla. Y a nivel individual creo que la filosofía puede resultar extraordinariamente útil.

- ¿Útil para qué?

- En términos clásicos, para la formación del carácter.

- Y esa formación del carácter, ¿estaría conectada con el imperativo délfico gnothi seauton (conócete a ti mismo)?

- Sí, también con el épiméleia/cura sui (cuida de ti mismo): puede tener resultados significativos en esa dimensión.

- Sin embargo, en una clase, a raíz del problema del ascetismo y su relación con dichos imperativos y de éstos con el dogmatismo, nos recomendabas que no nos conociésemos a nosotros mismos, ¿en qué quedamos?

- Me divertiré formulándolo en forma paradójica: justamente el resultado del conocimiento de sí puede (debiera) ser que tal tarea es imposible.

- Se dice que los problemas filosóficos no tienen solución. Si esto es así, ¿qué finalidad tiene la filosofía?

- No creo que sea verdad que no tienen solución, sino que hay filosofías más plausibles y filosofías que lo son menos. Otra cosa es que no quepa, digámoslo así, una resolución tajante de ciertos problemas filosóficos. En cualquier caso, el mero planteamiento de un problema puede ser interesante y, si no admite solución, comprender por qué no la admite puede ser suficiente.

- ¿Cuál sería tu posicionamiento filosófico?

- Milito en las filas nada apretadas del escepticismo ecléctico.

- ¿Y cuál sería el arquetipo de filósofo ideal?

- Hume y yo mismo.

- ¿Y sus/tus características?

- Pues hedonista, irónico, tolerante y reconciliado consigo mismo y con el mundo. (Y espero que ahora se comprenda que cuando me ponía como ejemplo de filósofo ideal estaba ejerciendo la ironía propia del filósofo ideal)

- El filósofo ¿nace o se hace?

- Las dos cosas, porque si tiene las aptitudes necesarias pero nace en un contexto donde es imposible por las circunstancias materiales de su entorno... Como decía Wittgenstein, es difícil dedicarse a la vida del espíritu cuando uno tiene el estómago vacío.

- Pasando a un plano más personal ¿cuáles son tus inquietudes filosóficas? ¿Qué problemas te atormentan?

- A mí no me atormentan, pero me interesa el significado de la ciencia moderna para la cultura. Creo que ese es el problema que más me interesa.

- ¿Qué te llevó a estudiar filosofía?

- Bueno, yo estudié el bachillerato de ciencias, así que no tuve más que una asignatura de filosofía en lo que antes era 6º de bachillerato superior; así que no fueron las aulas lo que me llevaron a estudiarla. Mas bien la lectura de ciertos autores como Dostoyevski o Camus y también el cine.

- ¿Crees entonces que la filosofía debería ir siempre acompañada de una buena dosis de literatura tanto extrínseca como intrínsecamente? Es decir, ¿crees que la gran filosofía debe ir acompañada de lecturas literarias y, a su vez, ser una filosofía, digámoslo así, literaria al estilo de Camus y, por qué no, de Hume?

- Sin duda. La literatura, en particular, y el arte en general, es una de las fuentes de las que debe beber el filósofo. Al fin y al cabo el arte es una de las formas básicas de nuestra experiencia de la realidad. Y recuerda lo que dijimos a propósito de la filosofía… Por lo demás, escribir bien es no sólo una cortesía con el lector sino un motivo de satisfacción para el autor. Claro que es un don que no todo el mundo tiene…

- ¿Qué destacarías de tu trayectoria como estudiante?

- Lo primero es que me lo pasé muy bien. Lo segundo es que eran tiempos muy agitados al coincidir con la transición política y la muerte de Franco. Y lo tercero es que tuve buenos profesores.

- Si no me equivoco tu tesis se tituló Razón y Escepticismo, ¿a qué fue debida?

- Fue un poco por casualidad. Yo quería hacer una tesis sobre Quine pero mi director de tesis me sugirió que la hiciese sobre Hume (y creo que nunca le estaré lo suficientemente agradecido, aunque me costó encontrarle el punto).

- ¡Quién lo diría!

- No creas, Hume es un pensador muy difícil.

- De todos es sabido la profundidad con la que has estudiado a Hume y a Wittgenstein pero, aparte de ellos, ¿qué autores has trabajado más?

- Platón, Aristóteles, Descartes... De estudiante trabajé mucho a Kant y a Heiddeger. Después a Quine, James, Popper, Marx, Gellner… Hubo un tiempo en que me interesó mucho la ciencia, y entonces leí a los clásicos: Galileo, Newton, Lamarck, Darwin, Freud, Einstein, o en psicología Skinner, Kofka, Luria, Gibson… Como ves, no soy nada sistemático.

- Finalmente, ¿cuál crees que es el futuro de la filosofía?

- ¿El futuro de la filosofía o el de los estudios de filosofía?

- Digamos que ambos.

- El futuro de la filosofía va a ir ligado al futuro de nuestra tradición cultural y nuestra civilización. Aunque hacer predicciones de este tipo siempre es muy arriesgad, dado que raya más en la profecía que otra cosa, creo que hasta ahora la filosofía se ha transmitido a través de la escritura, y no es que la escritura haya desaparecido, pero sí ha cambiado su formato. Creo que deberíamos plantearnos, no sólo para la filosofía sino para las humanidades en general, cómo puede influir ese cambio en su cultivo y transmisión.

En cuanto al futuro de la enseñanza, mientras la política educativa esté en manos de gobiernos que confían en la tecnocracia, el futuro de la filosofía, como el de las humanidades, será precario. Esa es mi opinión.

Valencia, 23 de febrero de 2009.



[1] Entrevista a cargo de Jorge Bayona Sánchez.

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